Fue entonces adoptado por unos padres que no podían tener hijos, por lo que se pusieron muy contentos por poder tener a un niño tan guapo como él.
Sin embargo, como había pasado con sus hermanos, él también poseía genes extraños que provenían de su madre: este niño era capaz de ver cosas que los demás no podían ver. Por ejemplo, su nueva madre era muy amable, cálida y generosa, pero él podía ver todo lo malo que se encontraba en su interior, las cosas malas, perversas y oscuras que todo el mundo posee; además su pelo solía estar revuelto -lo que a él se le parecía enmarañado y completamente despeinado-, y tenía una diminuta verruga que le daba ganas de vomitar cada vez que la veía.
En otras palabras, el niño era capaz de ver todo lo malo y horrible de las personas, tanto de su personalidad como de cosas malas que hubieran hecho, como de su aspecto. Esto hacía sufrir mucho a sus padres porque lloraba sin razón alguna, vomitaba con frecuencia sin estar enfermo y tenía miedo de todo y de todos. Pasado un tiempo entendieron lo que le sucedía a su querido hijo y nunca lo dejaron mirarse en un espejo por miedo a lo que podría ver en sí mismo.
Durante un año vio a muchachas hermosas pero vanidosas y crueles; hombres de fé que predcaban la semejanza entre todos y que caminaban por el mundo juzgando a los demás sin conocerlos; gente con la nariz grande que a él le parecía una enorme cueva; gente rellenita que ante él parecían planetas enteros.
El niño estaba fuera de peligro mientras se mantuviera alejado de las superficies reflectantes, y sus padres hicieron un buen trabajo protegiéndolo de sí mismo.
Una mañana se despertó y echó agua en la fuente para lavarse la cara, se inclinó y por un instante vio su rostro reflejado, contemplándose primero con miedo, luego con horror y por último con asco. Tal fue el odio que sintió por su persona que sus ojos simplemente saltaron de sus cuencas a la fuente.
Sus padres lloraron desesperados, pero el niño era feliz porque con sus sentidos restantes no era capaz de percibir lo malo que había en las personas. En cuanto a lo que vio cuando se reflejó en el agua, nadie lo sabe con seguridad; solo que es lo más horripilante y despreciable que puede encontrarse en un ser humano.
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