I
¿Qué buscas de mí, mi corazón?
¿Qué interés tienes en sufrir?
Con el corazón en la mano divaga mi mente, y ambos, Mente y Corazón,
Dialogan:
-Solo sufres por costumbre, Corazón.
Olvida y ciérrate ante aquellos que te quieran herir.
-No puedo olvidar, Mente, si tu no lo haces.
Sin ti no sé obrar con rectitud, tú eres la única culpable de mi desdicha.
No pienses para que así no tenga que sufrir.
-No sé olvidar, Corazón, no sé cómo dejar de pensar;
quizá si tu no sufrieras tanto yo olvidaría de dónde viene tu dolor.
-¡Dices insensateces, Mente! Nada tiene sentido.
Mi dolor se remonta a tu pensamiento,
sufro, y sufro porque tu conoces
y hablas
y opinas
y piensas
y obras de acuerdo a lo que conoces,
hablas,
opinas,
y piensas.
Solo esa es la razón de mi sufrimiento.
-Eres egoísta, Corazón, yo lo hago pensando en ti y solo en ti.
Pues que si sufres yo lo noto
y pienso en lo mucho que sufres.
Y así, hablando no dejaron de decir que si el corazón sufre no es más que por que la mente piensa, y sufriendo y pensando ninguno termina con el llanto del otro.
II
¿Y en estos casos quién tiene razón? Porque es el corazón tan poderoso como la mente, y el Amor sabe tanto como la Razón.
Pero, ¿qué es lo correcto? ¿Escuchar a la mente o atender al corazón? Y sí, la virtud es mantener diálogo entre ambos, establecer conversación y buscar equilibrio. Pero es esto cosa imposible, pues no se puede escuchar a uno y a otro a la vez. Si uno de ellos habla, el otro decide callar.
¿Qué hacer, Mente? ¿Cómo actuar, Corazón?
III
(HAY UN CHICO JOVEN QUE SE PASEA POR EL ESCENARIO CON
AIRE IMPACIENTE. TIENE UNA SONRISA EN LA CARA. ENTRA ENTONCES UNA MUJER, MAYOR
QUE ÉL. SERIA. LE DIRIJE UNA MIRADA Y DESPUÉS DE UN TIEMPO LE HABLA POR FIN).
MENTE: Buenas tardes, señor.
CORAZÓN: (BAJANDO LA CABEZA) Lo mismo digo, señora.
(SE VUELVE A HACER UN SILENCIO CORTO)
CORAZÓN: ¿Qué motivo la ha hecho venir aquí?
MENTE: He venido por una persona, una amiga mía. Me pidió que
acudiera porque tenía que hacer una elección importante.
CORAZÓN: ¿Y no será *** esa amiga de la que habla?
MENTE: Sí, así es. ¿Cómo lo sabe?
CORAZÓN: (HABLA CON TONO DIVERTIDO) Pues porque también me pidió
a mí que viniera. Es un asunto de gran importancia, al parecer.
MENTE: ¿Es cosa de otro hombre?
CORAZÓN: Exacto, señora. ¿Recuerda usted al último?
MENTE: ¡Como para no recordarlo! La dejó destrozada, pero
aquello ya lo sabrá usted, ¿me equivoco?
CORAZÓN: (HABLA AHORA CON AMARGURA. SI ANTES PASEABA CON ALEGRÍA
SE PARA AHORA EN SECO) Oh, claro que lo sé. Todavía me estremezco de dolor por
lo sucedido. No he sufrido más en toda mi vida (HACE UNA PAUSA, PEGA UN SALTITO
Y VUELVE A PASEARSE CON ASPECTO ALEGRE) pero ahora me siento feliz. No lo puedo evitar.
MENTE: Pues no debe usted entusiasmarse tanto. También lo estaba
por el anterior, y no quiero tener que recordarle lo que sucedió.
CORAZÓN: (COMENZANDO A ENOJARSE) Con el debido respeto, menuda
aguafiestas está usted hecha. No me puedo creer que no se alegre ni por un
momento por nuestra amiga.
MENTE: (ALTERADA) ¿Cómo se atreve? ¡Si yo soy la única que
piensa en ella! Usted, señor, está demasiado ocupado sintiendo ilusiones
estúpidas por alguien que quizá ni siquiera la ame. Eso sí le hace daño.
CORAZÓN: (COMIENZA A SUBIR EL TONO) No le haría daño si usted no
le recordara a cada instante lo que los hombres le han hecho. ¿Qué hay de
dañino en sentir ilusión y en seguir tus instintos? Además, el otro día, este
nuevo hombre le presentó a su mejor amiga. ¡Por algo sería, digo yo!
MENTE: Si, eso no se lo discuto. Pero yo creo que ella se deja
influenciar demasiado por usted; a menudo le ha dicho las cosas que siente por
él sin pensar en las consecuencias que ello puede traer. Yo me pongo a pensar
fríamente y…
CORAZÓN: (LA INTERRUMPE) ¡Pensar fríamente! Déjala actuar con
libertad, que pensando solo consigue hacerse daño. El Amor no existe para ser visto
a través de los ojos de la Mente, sino para ser puro y natural, bello y
entendido como espontáneo. Si pensase más no gozaría de su total naturalidad.
MENTE: Con el otro hombre sucedió que se dejó guiar por lo que
sentía. Ella se puso a pensar y supo que
él no era adecuado para ella, que era infantil, egocéntrico, mimado y
caprichoso. Ella vio sus defectos pero siguió a su Corazón. Si hubiera hecho lo
que dictaba su mente…
CORAZÓN: Pero ahora no hablamos del mismo hombre, ni del mismo
problema, ni del mismo sentimiento. Puede creerme, lo que ella siente por éste
es mayor que lo que llegó a sentir por el anterior y ni siquiera está
enamorada, pero lo estará. El problema es que ella cree que él la va a
traicionar, y de eso sé quién tiene la culpa… (LA SEÑALA MIRANDO AL PÚBLICO
TAPANDO SU GESTO CON LA OTRA MANO)
MENTE: (REALMENTE ENFADADA) ¿Yo? ¿Cómo se atreve? Solo pienso en
lo que es mejor para ella.
CORAZÓN: (ADOPTANDO UN TONO MÁS COMPRENSIVO) ¿Y de verdad cree
usted que lo va a solucionar rechazando todos los detalles bonitos que él tiene
con ella y quedándose con lo malo? ¡Él dijo que quería ir a sorprenderla a su
casa!
MENTE: ¡Pero no lo hizo!
CORAZÓN: Lo que cuenta es la intención. No se ponga siempre en lo
peor, asúmalo de una vez: él siente algo por ella. Estoy seguro de que usted
pensando y yo sintiendo hemos llegado a la misma conclusión.
MENTE: (MÁS CALMADA YA) ¿Y qué pasa si le hace daño? ¿Qué
sucederá si la deja sola?
CORAZÓN: Eso solo me concierne a mí. Deje al menos que se
divierta y que disfrute del tiempo que esté con él. Ya sabes lo feliz que es
cuando están juntos.
MENTE: ¿Y si vuelvo a pensar en ello?
CORAZÓN: Volveré para hablar con usted. Aquí viene nuestra amiga.
(ENTRA ***)
***: ¡Señor! ¡Señora! Siento mucho haberme retrasado tanto. Ruego
que me disculpen.
MENTE: No se preocupe, solo hemos estado charlando. Bueno, ¿ha
tomado una decisión?
***: A decir verdad… sí. (ABRAZA A MENTE) Muchas gracias por
todo. (SE DIRIJE AHORA A CORAZÓN) ¿Está usted listo para partir?
CORAZÓN: Claro (a MENTE) Ya sabe, señora. Simplemente no se ponga
a pensar en lo peor. Y no se preocupe tanto, que ya la cuidaré yo.
(SE MARCHAN AMBOS Y SE QUEDA SOLA MENTE, QUE LOS OBSERVA
MIENTRAS SE VAN)
MENTE: Oh, enséñame a olvidarme de pensar.